domingo, 26 de agosto de 2012

Oh Canada !!!



O Canada! Our home and native land!
True patriot love in all thy sons command.
With glowing hearts we see thee rise,
The True North strong and free!
From far and wide, O Canada,
We stand on guard for thee.
God keep our land glorious and free!
O Canada, we stand on guard for thee.
O Canada, we stand on guard for thee.

Este próximo 1 de Julio se conmemora el "Canada Day" en aquel país, algo así como el equivalente a nuestro 15 de septiembre en México, sólo que una de tantas diferencias es que la celebración es multicultural por la diversidad de pueblos que en esa latitud confluyen, distintas razas, credos y opiniones albergados por un deseo de paz y fraternidad universal único en su género. Un ideal de la convivencia entre los pueblos de la tierra.

En otro segmento de este blog comenzaba a relatarles mis andanzas; les decía lo especial de mi experiencia en esta nación, no como un vistante, ni como un turista más, sino como una persona que llegó a insertarse en la vida cotidiana de este pueblo con la intención -frustrada por accidentes del destino diría yo- de insertarme, de adherirme con ellos y ser uno en ese super mosaico de culturas que encajan como un gran rompecabezas perfecto.

Sin parecerles cursi amigos, pero he decidido que mi relato se asemeje a lo que mismo que pasaba en las películas de "Avatar" o la de "The Last Samurai" donde, tal vez por sentirme un poco influenciado por los aspectos cinematográficos de esos filmes, sus protagonistas van relatando como es la manera en que se fueron asimilando al mundo con el que interaccionaron en forma muy descriptiva, y también la forma en que llegaron a mostrar un elevado grado de identificación con la tierra y los habitantes a donde llegaron.

También, sin afanes de ser petulante aclaro que no intento exponer un cuadro comparativo entre México y Canadá, porque hablamos de contextos y circunstancias diametralmente opuestas y, aunque no les parezca que sea así, respeto al país que me vió nacer y le venero y lo honro con orgullo.

El punto es que si les parece que ya estoy escribiendo como si fuera guión de cine, espero su comprensión. Decía pues que en el umbral de una celebración más del Canada Day, cosa que no puedo evitar traer a mi mente, siento la imperiosa necesidad de sacar de mi baúl de los recuerdos aquellas cosas que recibí de Canadá y compartirlas con ustedes, porque aunque se que algunos de ustedes ya han estado allí, no es lo mismo que vivas cada día, despiertes y te duermas, comas, rías y llores, te preocupes y te alegres como un natural de la región.

Y es que sin darme cuenta, en cada paso, y a cada momento siempre hay algo que me hace recordar, por ejemplo en esta temporada de lluvias, ya que en Vancouver salvo raras excepciones está lloviendo casi todo el día, los paraguas son artículos de primera necesidad, pero en lo particular yo adoraba em paparme con ese precioso chipi chipi que parece acariciar tu rostro. Es una lluvia que embellece cada lugar por donde vayas pasando, es maravilloso poder contemplar el verdor de la ciudad pese a ser una gran urbe muy cosmopolita con grandes edificios, pero con un diseño tan ad hoc con la naturaleza que pareciera que todo el tiempo estás en un bosque, respiras una humedad tan inefable, tan indecriptible que te sacude el espiritu de una forma tan frenética que pareciera que estás a punto de estallar, sientes una presencia especialmente de grandeza, de pureza, de éxtasis contínuo.

Hacia el lado que puedas llegar a dirigir tu mirada estan ahí, omnipresentes con toda su majestuosidad las montañas nevadas hacia el norte, y al oeste el oceano pacífico, gélido imponente y desafiante mostrando así un espectáculo al que no puedes cotidianamente sustraer tus sentidos ni tus emociones, porque he comprobado que esta región más que enamorarte te atrapa y te engulle con todos sus encantos, te roba tu alma y te sorbe hasta lo más profundo de tus huesos...

Parte de este sentimiento lo resumo en este pensamiento que vino a mi recientemente:


Todos los días, a cada instante y a cada momento
me recuerdas los días eternos que estuvimos juntos,
de las enseñanzas antiguas que meditábamos en el gélido viento cotidiano,

de todos esos misterios que guardaste sólo para mi....
Aún respiro esas mañanas nuevas, expectantes,
donde me enseñaste del alcance eterno

de mi espíritu amante y siempre guerrero,
de lo senderos ocultos en el verdor de tu vientre espeso
pletórico de bosques murmurantes que guiaron  mi camino...
Añoro los riscos y las cumbres que sobrevolaba con las águilas
amigas y  compañeras de muchos de mis días.

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